El camino de Jesús Sala


El protagonista de esta historia es de esas personas a las que es difícil imaginar echadas en el sofá durante el confinamiento. De esas que no paran quietas, que tienen que meterse en una detrás de otra, que trajinan en su mente aventuras sin cesar. Dice Jesús que tiene la suerte de tener dos terrazas en su casa y que así va pasando los días, entre la platea de vecinos y el móvil amigo. Sabe que la que viene va a ser tremenda, meses de dificultades, aforos reducidos, pero eso le anima a arrimarse al vacío con la valentía de siempre, al igual que se pateó de arriba a abajo la banda de cualquier cancha de básket profesional. Solo es un cambio de tarima. De tablas.

Seguramente hace mucho que no escuchas nada de él. Le has perdido la pista. Repito. No ha parado. Pero se ha alejado del foco. Del deporte. Su historia puede sonar extraña. Dejar una profesión nada más llegar a la cúspide, en pleno reconocimiento, dar un bandazo y cambiar de tercio. Del baloncesto al teatro. De ser un entrenador prometedor a ser un consolidado productor y agente de actores. Pero conociendo a Jesús Sala, escuchándole, repasando su historia, uno sabe que el giro realmente no ha existido. Ha seguido fiel a si mismo, a esa búsqueda de la felicidad, de la pasión, de relamer cada día hasta el final… y también una bonita obra de amor, confianza y compromiso.

Hace nada. Cinco años. Era verano. Lo llevaba rumiando tiempo. En Logroño lo era todo. Récord de diez cursos llevando al equipo. Desde 2004 cuando lo cogió en LEB Plata, en el último puesto para salvarlo a falta de cuatro jornadas. Había logrado un ascenso y el reconocimiento de todos. Pero el cuerpo le pide volver a casa y decide dejar el banquillo, quedarse como director deportivo bajo una promesa. “Firmo por dos años, pero con la condición de que si llega una oferta ACB o de un equipo de Madrid me pudieran dejar libre”. Y en diciembre llega. El Fuenlabrada le pide ser ayudante de Hugo López después de la salida de Luis Casimiro. No puede decir que no.

Jesús Sala, en su etapa en Logroño.

Los acontecimientos se van desarrollando. En abril, coincidiendo con su cumpleaños, ese que le ha pillado ahora en cuarentena, se consuma la destitución de ‘su primero’ y le piden tomar un grupo que zozobra hacia el descenso. Dos victorias en tres partidos avivan la esperanza en una plantilla descompensada, que se fue al pozo con cuatro jugadores del mes y una pila de jóvenes (Dani Pérez, Alberto Díaz o Moussa Diagne) a los que les faltaba rodaje.

Pero la ACB de hace nada era otra. Estaba cerrada. La pasta cortaba el trámite de ascenso de Burgos y Ourense. Fuenlabrada logra la misma permanencia que esta maldita temporada del CoVid-19. Jesús está tranquilo porque tenía un año más de contrato, iba a ser un ‘hombre de club’. “Estábamos pendientes de saber si descendíamos o nos quedábamos en la Liga Endesa. Sabía que existía la posibilidad de que si salíamos en LEB estaría de primer entrenador y si salíamos en ACB continuaba como ayudante. Sin problema”.

No tanto para Zan Tabak. El técnico croata es fichado y trae su propio grupo de confianza y no cuenta con Sala. Pese a que Ferrán López se aferra a retenerlo, él decide irse a casa. La pretemporada va a empezar y a estas alturas hay pocos huecos donde colarse. Toca esperar.

Ascenso con el Clavujo

Las ofertas llegan, pero no le cautivan. ¿Regreso a la LEB? ¿Segundo en ACB? Si deja Madrid, su familia, su mujer, su mundo… es sólo si merece la pena a nivel deportivo y compensa económicamente. Va matando el gusanillo haciendo informes de scouting en la empresa Synergy y poco a poco se va adentrando en el mundo de la producción teatral. Cada vez se ve más absorbido por las tablas y una llamada le hace reflexionar. «Con el tiempo pienso que quizá en el baloncesto tengo la sensación de que dejo de disfrutar. Las últimas experiencias no fueron positivas en lo deportivo, pero sobre todo a nivel humano, y eso para mí era más importante. Sí recuerdo una situación que me hace reflexionar. Tras cuatro meses sin entrenar, una persona me dijo ‘ahora que te dedicas al teatro y has dejado de entrenar…’ después de 23 años en el baloncesto. Me hizo pensar».

De San Gabriel al cielo

Aquí hay que parar y echar marcha atrás. Como si fuera el Ministerio del Tiempo. Hasta principios de los noventa. La acción se desarrolla en Carabanchel. En una acera de la avenida Eugenia Montijo. Tiene que sonar Rosendo de fondo. No queda otra. El guitarreo se confunde con el pegajoso bote de una pelota contra el asfalto. La valla no oculta el patio desde la calle ni al grupo de chavales que se pelea por emular a Villacampa, a Biriukov, a Petrovic, a Jordan. Y uno en especial que aspira a ser como Azofra, su ídolo, de su Estu. Ese es Jesús, en su colegio, el San Gabriel, con sus colegas. Pronto tiene claro que quiere ser educador y quizá por ello se pone a entrenar con catorce años. En nada pasa a coordinar una sección pasa de tres equipos a 18.

Un verano toca trabajar para pagarse la universidad. Iba a estudiar Físicas, pero la educación le reclama y decide hacer Magisterio de Primaria. Consigue faena en un videoclub, ese abuelo del Netflix. Una muchacha ha tenido la misma idea, sin saber, que en esa decisión sellaran su futuro. Jesús Sala e Inma Cuevas se encuentran entre cintas de vídeos y sueños de juventud. Uno se imagina entrenando en la Liga ACB mientras ella se ve interpretando en el Teatro Español o en el Teatro Romano de Mérida.

Inma empieza a ir a los partidos de Jesús. Acompañarle a torneos con los enanos. Le toca hacer de mesa o de delegada en alguna ocasión. Él se empapa de ensayos y obras en escenarios independientes, de barrio, donde los focos no apuntan a la fama.

Ambos empiezan a crecer. Jesús, veinteañero, debuta en EBA con el Alcalá. No le va mal y le llega una oferta de Lanzarote y luego otra, conocida, de Logroño. Se suceden las convocatorias como ayudante de Gustavo Aranzana y Juan Orenga con las selecciones FEB, donde se cuelga cuatro medallas en cinco veranos, con ese campeonato de Europa U20 en Bilbao. Organiza unas novedosas Ligas de Verano… Entra en la generación de entrenadores que vienen pidiendo paso. Jesús era uno más entre Joan Peñarroya, Ibon Navarro, Carles Durán… todos ahora en ACB.

Inma y Jesús.

Inma debuta en la tele. Primer papel principal en ‘Mujeres’. Primeros premios. Reconocimiento. Los casting son cada vez más cotidianos y con mas texto, los aforos con más butacas. Como las 50 y tantas del bus de Madrid a La Rioja. Muchos fines de semana es su escenario. Son inseparables en la distancia. Siguen colaborando codo con codo. Que si toca ir a limpiar el piso de un americano, que si hay que buscar a un fichaje a Barajas… “En lo profesional estábamos en lugares muy difíciles, muy diferentes donde se junta que lo que apasiona es tu trabajo y donde además los dos fuimos creciendo de la mano. Estuvimos años y años a 400 kilómetros de distancia durante mucho meses pero teníamos claro que ninguno tenía que renunciar jamás a esa profesión, a su sueño por imposición. En 2010 veía que Inma lo iba a ‘petar’”.

Toma de decisiones

Cogemos el Delorean y volvemos al 2016. Inma Cuevas es una de las actrices más reconocidas del país. Acaba de hacer doblete en los premios de la Unión de Actores con su papel de teatro en ‘Historias de Usera’ y en la serie ‘Vis a vis’, plataforma que le ha lanzado a la fama y le ha hecho tener el caballo alado del Ondas en su casa. Su teléfono no para de sonar. Amenábar le reclama. Blanca Portillo quiere tenerla en su próximo estreno. En ese momento termina su relación con su agencia de representación y piensa: ¿En quién puede confiar? ¿Quién la conoce mejor que nadie? Ella lo tiene claro, le declara su carrera a Jesús Sala. ¿Aceptas? Acepto.

No hay marcha atrás. El entrenador ya era teatrero por 21 años de amor. El mismo año de Fuenlabrada se había enfrascado en una producción con Feelgood Teatro y unos meses antes ya había creado Kendosan, su propia marca. Primero colaborando y finalmente, cuando llama a su representante para decirle que deja el baloncesto, que no le busque ningún banquillo, se mete de cabeza. “Hay alguna propuesta de baloncesto que no se concreta, incluso hace un año o dos me llaman de algún ACB, pero cada vez estoy más cómodo en el teatro, trabajando de forma más profesional, tanto en proyectos propios como de otras compañías. El baloncesto me había dado mucho, pero en ese momento pesa más mi vida personal que mi vida profesional. Esa es la reflexión que saco, que a nivel humano estoy muy a gusto. He sido entrenador durante 23 años, he crecido como persona y me ha dado muchas alegrías, pero si miro atrás y hago balance, más allá de victorias y títulos, lo más grande que he sacado han sido amistades. Soy un privilegiado por la cantidad de gente que quiero y que me quiere con las que compartí entrenamientos, partidos y viajes”.

Al final es gestionar personas, crear un equipo, llevar unas cuentas, motivar, dirigir, tomar decisiones, manejar egos. No es tan distinto a lo que había vivido. Su formación en educación emocional y coaching, esa que le podría haber servido para cincelar a esas jóvenes promesas, le guía ahora para montar la estructura de una obra o diseñar las carreras de actores y actrices que confían en él. “Sé que soy trabajador, que tengo sentido común y que es verdad que muchas de esas funciones de producción dentro del teatro tenían paralelismos con lo que ya había hecho en baloncesto, tanto a nivel de negociaciones, de planificación, de trabajo en equipo o dirección de grupo. La representación la entiendo como una relación de trabajo en equipo, de respeto y confianza. Admiro y quiero a mis actores tanto como antes a mis jugadores”.

Pero también hay diferencias. Y muy agradecidas. Envolverse entre gente creativa es una de las que más saborea. Otras inquietudes, otras energías. La ausencia de la presión del partido y la tiranía del resultado resultan un alivio para alguien curtido en tantas batallas deportivas. “En baloncesto todo se juzga en el partido cada fin de semana. La competición define el éxito o el fracaso de tu trabajo, hasta tus propios aficionados se pueden poner en tu contra. En el teatro te expones en una función, que a veces sale bien y otras sale mal. Pero ya está, aquí nadie pita. Es otra sensación. Y no es que me abrumara esa presión, la disfrutaba, pero hubo un momento en que disfrutaba mucho más del trabajo semanal que del partido, me importaba y preocupaba el crecimiento de los jugadores.”. Cambio de perspectiva. Disfrutar y ser feliz.

En mitad de un ensayo.

Esa relajación es un alivio y le convierte en una persona que sabe afrontar los problemas que se generan en su trabajo con una pauta pausada. El legado de la tensión diaria del baloncesto, la madurez, le otorgan un sentido de la empatía, de la paciencia, que se agradece en su nuevo entorno profesional. “Mi creativo me dice que en la vida ha conocido a un productor tan tranquilo como yo. En cinco años me he enfadado una vez en un ensayo, en baloncesto el nivel de tensión es más alto. Son cosas que se quedan en tu cuerpo y que te van dando un placer”.

Once producciones en cinco años. Sigue sin parar. Algunas con Kendosan. Otras no. Algunas con Inma. Otras solo. Pero siempre aprendiendo, aclimatándose. “Esto ha sido como hacer un máster siendo un becario”. Y en medio se da el homenaje el pasado 24 de noviembre de estrenar ‘Ciclos’ en Logroño, donde tantos amigos y tanta vida le quedó.

Y por si no fuera poco, decide en junio del año pasado montar su propia agencia de representación. Ya había lidiado con contratos y negociaciones en el mundo del baloncesto. Lógicamente todo arranca llevando a Inma, iba siendo cada vez más conocido, su forma de ser encajaba. Decide dar el paso. “Varios actores amigos me habían insinuado que podría ser un buen agente, porque tengo esa empatía, me llevo bien con la gente, tengo mano izquierda… Me decía eres positivo, estás formado en inteligencia emocional… ¿Por qué no me llevas a mi?. Este verano me vi preparado y con la ilusión de afrontar un nuevo reto”.

Le llaman el representante de los cafés. Siempre dispuesto a quedar, a escuchar. Su cartera actual es de 24 actores y actrices. ”Como máximo llegaré a 30, no quiero hacer algo grande, sino tener un trato cuidado y personalizado con todas y todos los que forman la familia Kendosan”. Explora el talento, como cuando se trajo al Clavijo a Kyle Swanston de la Segunda de Finlandia, como cuando fichó a Marcos Suka desde la 1ª Nacional, o David Mediano con el que compartió equipo en todas las categorías (1ª Nacional, EBA, LEB Plata y LEB Oro). “Y si David no se hubiera retirado, hubiera intentado ficharle cuando llegué a Fuenlabrada, sin duda”. Confía en su instinto, en esa ‘piel’, en esa conexión invisible, esa emoción del creer, en la empatía de saber que la vida del ‘titiritero’ no es fácil, en ser feliz haciendo feliz a los demás.

Contratos de obra y servicio de un día o dos para series que estarán meses en tu pantalla, entrevistas y entrevistas sin resultado, meses sin trabajar, sin recibir una llamada, la paranoia de la imagen, de la estética perfecta, las críticas políticas sin saber a un sector esencial, porque para uno que triunfe hay decenas en el paro. “Podría suceder y sucede que grandes actrices y actores de este país no sean conocidos, hay otros factores que entran. Por ejemplo, en el deporte, si un jugador de baloncesto anota 30 puntos o captura 15 rebotes por partido, los números hablan… Pero en la interpretación, puedes ser el mejor actor de tu generación y que aún así, que te sea difícil lograr una oportunidad por una cuestión de imagen, del físico, no curras porque tienes un hueco entre el colmillo y la paleta que no queda bien en cámara o porque tienes 6.000 seguidores en Instagram, pero este que no es actor pone vídeos en YouTube que los ven 500.000. Para mi la clave es estar siempre preparado para cuando se te abra la puerta y que, en todo lo que se haga, hay que intentar dar siempre el cien por cien porque nunca sabes quien puede estar viendo tu trabajo”.

El orgullo de NUPA

Una labor y un cambio para estar orgulloso, pero todo esto no es lo que más hincha el pecho de Jesús. En este proceso, por un antiguo compañero del San Gabriel, conoció a la asociación NUPA, entidad que ayuda a niños, adultos y familias afectadas de fallo intestinal, trasplante multivisceral y nutrición parenteral. Deciden involucrarse, apoyando, dándoles visibilidad, buscando canales alternativos de subvención. “Desconocíamos esta realidad y cuando nos la contaron decidimos ayudar en lo que pudiéramos. Nos impactó. Hay niños que desde que nacen están en el hospital enganchados a una máquina, otros que necesitan un trasplante completo de todo el aparato digestivo, niños que no pueden comer ni beber y que se alimentan a través de nutrición parenteral, que han tenido más de cien operaciones…. Los que son de Madrid tienen una situación complicada, pero los que son de fuera o de otros países, de repente se encontraban ante una tremenda indefensión, al tener que incluso dejar el trabajo, arruinarse o trasladarse a otra ciudad. En lo que podamos, intentaremos ayudar, sobre todo, para que más gente conozca esta realidad tan dura, por supuesto por los niños pero también por las familias”.

Campaña de sensibilización de NUPA durante el aislamiento.

Es obvio que la situación actual no alienta al optimismo. ¿Cuándo se iniciarán los rodajes? ¿Será rentable abrir los teatros con restricciones de aforo? ¿Cuántas empresas promotores resistirán a la crisis? Muchas preguntas y pocas respuestas. Pero Jesús mantiene su línea. La del optimismo. Es mi forma de ser y de pensar, la vida y mi familia me han enseñado y me han hecho como soy. Viví la experiencia de mi madre, que tuvo cáncer desde los 30 años. Ella siempre fue un ejemplo para todos, disfrutaba cada día, quería ser feliz y hacía felices a los que estaban a su alrededor. Nos enseñó mucho, a mí me hizo crecer incluso antes de ser consciente de todo lo que estaba aprendiendo. Después de cómo ella y mi padre afrontaron algo tan duro, buscando siempre el lado positivo, no puedo ser de otra manera. Fue un aprendizaje de que cada día había que mirar las cosas con optimismo, por eso tengo esa cabeza del disfrute”.

Porque nadie sabe lo que nos deparará la vida. Hace cinco años estaba en una pista de baloncesto. ¿Qué pasará en 2025? ¿Qué hubiera ocurrido si hubiera seguido en Fuenlabrada? “Para mi es muy importante entender que cada decisión que tomamos es la buena, para empezar porque la has tomado tú y no otros. No vale pensar en qué hubiera ocurrido si hubiéramos tomado otra. Porque si piensas en lo que no has elegido siempre piensas que te hubiera ido bien, pero eso no lo sabes. Hay que ir para adelante con las decisiones, hay que tomarlas y disfrutarlas porque, como en el viaje a Ítaca, el camino es más importante y bonito que la meta. Ojalá el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias”.

Levantar la cabeza y seguir adelante. No mirar atrás. Aunque tampoco descarta volver a ser entrenador. ¿Por qué no? Nunca se sabe. Lo único que sabe es eso, que debe seguir viviendo, persiguiendo esa felicidad, avanzando en su camino. Donde sea.

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