Pradilla se viste de Zara


Eran gestos, pequeños, pero perceptibles. No tanto por su valía sino por su difusión y la metáfora de su presente. Ellas, porque estos focos las prefieren rubias o morenas, pero siempre elegantes, ricas y perfectas, repetían modelito. Ese traje de la boda del rey noruego también servía para la ofrenda a la virgencita que se apiade de nosotros. Era un guiño al populacho, una señal de humanidad y humildad en medio de esa crisis. Cuanta comprensión. Algo está cambiando que nuestros superiores compran en el Zara. Son como nosotros.

Ahora sabemos que en esas también tenían máquinas de contar fajos en la alcoba. Y que él nunca lo volverá a  hacer era una mentirijilla de esas que se dicen por decir, por salir del apuro, de infiel reincidente. Esto segundo más mundano, plebeyo y campechano que lo otro.

La pasta siempre está en manos de unos y hay que aceptarlo. O lucharlo. Eso del cambio de status social queda muy chulo en las películas, pero menos en la cola del paro de Villaverde, Delicias o Huelin.

Pradilla defendido por su futuro.

Al Casademont le han robado a Jaime Pradilla. Vaya fastidio. Casi sin catarlo, por una Fase Final reluciente, que valió para ganar poco, pero sí para mostrar al bicho. El Valencia ha pagado su cláusula y se lo ha llevado. 250.000 lereles, dicen. Todo legal. Como el Madrid se ha llevado a Alberto Abalde y a Carlos Alocen para su plan renove, aunque como de esto hace un año y hubo una cesión mediante, parece que duele menos. Como al Estu se le apropiaron de Brizuela, Jaime, Granger… Como a la Penya le esquilmaron a Rudy, Ribas, Ricky… Y si quieren seguimos hasta pasado el Covid.

Pero es que el Real Madrid está a vueltas con Campazzo y sus ganas de NBA. Que si Dallas, que si a Minnesota con Prigioni. La cuestión es que la franquicia que sea brilla más que la Casa Blanca. Menos para Llull. Chico raro.

Es la ley del mercado. La que impera en el baloncesto. En el deporte profesional. En la vida. Diríamos en la Fiesta del PCE que es la dictadura del capitalismo. La igualdad no existe. Aunque se repita el modelito de las rebajas, detrás sigue estando el palacio, el séquito y la paguita.

Cuando en Zaragoza lloramos la salida de Sergi García al Valencia, del retornado Jaime Fernández al Barcelona, de Carlos Alocén al Madrid y de Jaime Pradilla a, repitamos, Valencia, nos olvidamos que el mismo Casademont también los fichó de otros destinos. Que seguramente en Alierta les fastidiaria que se llevasen a ese larguirucho rubio con el que podrían aspirar al Campeonato de España infantil. Y en Compañía rabiarían por la salida del hijo de Alberto que apuntaba talento. O al CBZ no le haría ninguna gracia que le quitarán al grandullón de Pradilla que iba a la selección mini siendo de primer año. Pero, sin pasta de por medio, las aspiraciones del chaval, los sueños de tirar para arriba, las instalaciones, el nombre de los entrenadores, el rojo de la camiseta, estar con los mejores… Son demasiado, cosas que pesan en la formación y machacan al colegio pequeño y al club modesto, pececillos en un mar con percas, siluros y tiburones. Cada uno tiene su misión y su dieta de inferiores.

Las canteras no sólo están para sacar jugadores al primer equipo. Esa es la cabeza visible, la seta de un hongo que se extiende por el subsuelo. Las canteras sirven también para hacer caja, para vender al que sale lozano y cuadrar el presupuesto. Valen también para hacer negocio interno, porque al equipo bueno le siguen otros ‘sociales’ en Fundación que retribuyen en cuotas al padre que quiere lo mejor para su hijo e hija y en subvenciones públicas. Y las canteras sirven para generar identidad, para que los nenes y nenas de la ciudad quieran vestir esa camiseta roja, azul, morada o naranja. Lleguen luego al Felipe, a la Fuente de San Luis o a Valdebebas. O terminen en la Puebla de Alfinden, el Olivar, el Miralbueno o en el Tocho Mocho de Social. Serán baloncesto.

Criticar a Jaime Pradilla por irse a Valencia es de análisis flojo y emocional. Porque él, como tú y como yo, es parte del sistema. Va, como fue del CBZ al BZ2002, a un club que mejora sus expectativas, poder jugar Euroliga, pelear por estar arriba, quizá llegar más fácil a la selección y, trabajando y trabajando, trepar después al Madrid o al Barça, o a los Grizzlies, donde se fue Pau Gasol, o a los Mavs, donde se fue Doncic. A esos sitios en los que tú y yo también soñamos tirando solos en esa pista de tu barrio. ¿Le reprocharías a ese zagal seguir anhelando lo máximo? ¿Por qué lo hacéis con Pradilla?

Y volvamos casi al principio. Hay que aceptar la realidad… pero también luchar por cambiarla. Y creo que es lo que está haciendo este club. Ahora ya no se está deseando en primavera que venga alguien con la chequera para llevarse a una estrella y así cuadrar el balance y pagar deuda. Esta vez por Pradilla se mejoró su oferta contractual, con las estrecheces del presupuesto y sin hipotecar el futuro, para intentar cautivarle sentimentalmente. No fue viable.

Pero no solo eso ha cambiado. Porque también ahora se pone a Pradilla a jugar esa Fase Final, se ha abierto de par en par las puertas de la cantera, para gloria bendita de nuestro orgullo maño y de todos esos niños con sueños en rojo, ese Vit, ese Javi, ese Aitor, ese Jaime que siguen ahi. Esa Generación Z que duele verse marchar, pero que existe, que está, no es un mero eslogan y tiene cuerda para rato, más si se mantiene esa filosofía que se transmite también en el fichaje de Ocampo.

Que ojalá haya un día que el chico no quiera irse ni con todo el dinero del mundo como Llull, que su anhelo sea quedarse aquí, más pobre, pero más feliz y mundano. Pero seamos sinceros, eso es ilusorio. No es la realidad, aunque la mona se vista de Zara.

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