No. Rebajen la taquicardia, enfunden la bilis. La respuesta está clarinete. Cualquier deporte es una expresión lúdica de toda la humanidad y no pertenece a ninguna ideología, quieran unos u otros adueñarse de ella. Dejando finiquitada la respuesta a la pregunta del titular y sin ánimo de publicar fotos de Fidel Castro lanzándose un triple para confabular con una inexistente relación maligna con la pelotita y el marxismo, sigan leyendo por favor para entender la naturaleza de este artículo visto lo ocurrido en los últimos meses.
Dennis Rodman, Latrell Sprewell y Bobby Knight. Tres tipos relajados. Esta era la caballería basketbolera de Donald Trump en la última campaña electoral americana. Al otro lado del ring se situaba la vasta mayoria de la NBA. Es decir, un tirachinas contra los cañones de Navarone. En uno de sus últimos mítines, en el Estado clave de Ohio, Hillary Clinton apareció en escena con LeBron James y JR Smith para reclamar el voto para la dama demócrata. Semanas antes el propio Dwyane Wade mantuvo un rifi rafe con Trump tras utilizar éste el asesinato de una prima del ahora jugador de Chicago Bulls en tono electoral. Carmelo Anthony, Stephen Curry y Chris Paul encabezaron a decenas y decenas de jugadores que manifestaron su adhesión a la causa ‘azul’. Entrenadores como Steve Kerr, Greg Popovich o Stan Van Gundy se han mostrado contundentes en su falta de confianza hacia el multimillonario que pretende levantar un muro en la frontera mejicana. No todo se quedaba en apariciones públicas o mensajes en redes sociales, el mismísimo comisionado de la NBA, Adam Silver, la leyenda Magic Johnson, Grant Hill, Mike D’Anthony, Jason Kidd, Rolando Blackman, Dikembe Mutombo, Jason Collins… aparecían en la lista de donantes económicos de la candidatura de Clinton.
Las reacciones de catástrofe y estupefacción no se quedaron cortas al conocerse la victoria del magnate del flequillo dorado. El meteorito cayó en medio de la progresista NBA. Hasta el españolito Ricky Rubio se flagelaba con la idea de tener a Donald Trump a los mandos del Air Force One. Quizá a modo de revancha, una de las primeras informaciones aparecidas a los días de la elección fue que Trump desinstalará de la Casa Blanca la famosa pista de baloncesto de Barack Obama por la que tanta estrella, incluido Pau Gasol, ha pasado en estos ocho años.
Reacciones antiTrump en la NBA
El activismo político de la NBA en favor de causas progresistas no es nuevo, pero sí puede decirse que se ha disparado en los últimos tiempos con el advenimiento de Obama, conocido por su muñeca anotadora en su etapa universitaria en Hawai. Barack es hincha confeso de los Bulls y habitual en las gradas de los Wizards. El idilio era seguro.
La vinculación evidente de este deporte con el sector afroamericano ha propiciado campañas en favor de los derechos civiles y la repulsa a los repetidos casos de violencia policial contra jóvenes negros que han sacudido la sociedad norteamericana. El mandato de Adam Silver ha sido más duro que el de su antecesor David Stern en estos aspectos, condenando al propietario de los Clippers, Donald Sterling por comentarios racistas, o trasladando de Charlotte a New Orleans el próximo All Star por la ley racista y homófoba propugnada en Carolina del Norte.
La reacción de la mayoría de la NBA al triunfo de Trump le ha puesto en la avanzadilla de la oposición contra el ‘nuevo régimen’. Hace una semana salía a la luz que tanto los Milwaukee Bucks, como Memphis Grizzlies y Dallas Mavericks harán boicot a la cadena hotelera de Trump y no se alojarán en ella como tenían previsto. Otras franquicias parecen que harán lo mismo. El propio LeBron James insinuaba en su reciente visita a la Casa Blanca, Mannequin Challenge mediante, como campeón de la NBA que de repetir victoria en las Finales quizá no hagan este viaje para saludar a Trump. La batalla no ha hecho más que comenzar.
El baloncesto como unión Sánchez-Iglesias
El progresismo de la NBA tiene un tinte eminentemente racial. Y esta razón no converge con lo visto en las últimas luchas electorales en España. Aquí también el baloncesto se sacó como un medio de canalización de entendimiento entre las dos fuerzas de izquierdas. Se daba la circunstancia que tanto Pedro Sánchez como Pablo Iglesias priorizan al básket sobre otros deportes en sus gustos personales y encima compartían pasión por el Estudiantes. En sus primeras presentaciones televisivas, el líder socialista alardeaba de haber jugado en la cantera del Ramiro y parecía obligado darle una pelotita para probar su puntería cuando acudía a un plató. No se si esto era casual, con afán de humanizarle o de situarle como heredero de José Luis Rodríguez Zapatero, otro amante confeso del baloncesto.
En la bancada granate también se ha abrazado el amor por las canastas. Podemos difundió un vídeo de su líder jugando una pachanga con sus amiguetes en la jornada de reflexión previa al 26J. Famoso es el discurso que Iglesias dio en Vistalegre en 2015 comparando a la formación del cambio con la selección española. Este matrimonio por el básket lo quiso trasladar a las negociaciones para formar gobierno el propio líder de Podemos al entregar un ejemplar del libro ‘Historia del Baloncesto en España‘ a su homólogo Sánchez como símbolo de lo que unía a ambas formaciones. Permítanme el paréntesis. Espero que se leyeran el capítulo de la selección de la Segunda República, escrito por un humilde autor, en el que, miren que oportuno, hubo un jugador, Cayetano Ortega, que terminó cayendo en el campo de batalla peleando contra el fascismo.
Al contrario que en Estados Unidos, son pocas las adhesiones políticas que desde el baloncesto español se han dado a un bando u otro de nuestro parlamento. Quizá Sitapha Savane, pívot senegalés del Movistar Estudiantes, es el más claro en ahondar en estos asuntos y posicionarse como simpatizante de Podemos. Tampoco los deportistas en este país acostumbran a mojarse en estos temas. Recuerdo vagamente, y no lo puedo apoyar en la hemeroteca, unas declaraciones en apoyo de Esperanza Aguirre de Jorge Garbajosa, ahora presidente de la FEB, hace ya unos años. Pero se pueden contar como mínimas este tipo de intervenciones. Aunque curiosamente, un exjugador de la ACB, José Ramón Lete, será quien esté al frente del Consejo Superior de Deportes en la nueva legislatura.
No vayamos a introducirnos en la historia, donde hay raciones para todos, pero también aquí el baloncesto tuvo un componente ideológico, concentrado en la confrontación olímpica entre soviéticos y americanos, llevaba a su máximo exponente en la final de Múnich’72 y la polémica canasta de Alexander Belov. La derrota de los Estados Unidos en Seúl’88 y el miedo a perder el dominio ante las naciones del Bloque aceleró la entrada de los jugadores profesionales en la villa olímpica en Barcelona’92 justo tras la caída del Muro de Berlín.
Llama al menos la atención cómo se ha adherido en estos últimos tiempos, al menos en el contexto español y americano, al baloncesto como un deporte con claros vínculos progresistas, tanto sea por la simpatía de los políticos por esta disciplina o por la oposición de los jugadores afroamericanos de la NBA al discurso racista de Trump.
Creo que estarán conmigo en que el baloncesto es un perfecto canal democratizador. Como expresión colectiva, el entendimiento de los cinco efectivos del equipo debe ser coordinada para ser efectiva. La tara de uno afecta al todo. De esta realidad mana la necesidad de la unión y eso es lo que importa dentro de una cancha. He estado en vestuarios muy díscolos a nivel personal, con diferentes gustos estéticos, culturales, sexuales y políticos, pero que al saltar a la pista obviaban estas distancias para confluir en el bien común. Y quizá en esto, más alla de colores o banderas, es en lo que este bendito deporte podría enseñar más a la política.
Aclarado el tema, permitanme la licencia de poner una foto de Fidel Castro jugando al baloncesto. 😉
Hola! Leí hace unos años un post de un compañero tuyo que trabajaba en un proyecto social de baloncesto en Colombia. Daba el link de una web que ya no existe. Me gustaría contactar con él o con el club. ¿Podrías ayudarme? Tienes mi mail en el envío. Gracias
Perdona, creo que ya no trabaja en ese proyecto y está residiendo en Zaragoza, aunque no tengo su enlace.