El primer partido de Porzingis en España


Es lo que tienen las mañanas ociosas, puedes tirarte a los brazos de quehaceres por el puro placer de disfrutar. Y una ciudad como Málaga da para mucho en el arte del dejarse llevar y disfrutar de la vida. Aunque quizá para aquellos que no sean ‘basket lovers’ lo que voy a contar ahora no tenga mucho sentido.

Unos cientos de metros avenida arriba de mi casa estaba el centro deportivo de Carranque. Sus dos pabellones permitían acoplar el programa entero del Campeonato de Andalucía de categoría cadete. Esa temporada (2010/11) había sido invitado por Chiqui Gil a seguir desde dentro los entrenamientos del Unicaja de aquella generación, dándose la circunstancia que el equipo ‘B’ (Domantas Sabonis y Fran Alonso) había apeado al supuestamente superior ‘A’ (Rubén Guerrero). En fin, no tenía excusa para ausentarme.

Al llegar al viejo pabellón de Carranque me recibieron los gritos de ánimo de una decena de aficionados. Eran de San Fernando y fácilmente se les identificaba como los padres y las madres de los jugadores del equipo gaditano a los que dirigían su algarabía. Jugaban con el Cajasol. La diferencia en corpulencia o en el diseño de las camisetas hablaba por si misma de la distancia abismal entre ambos contendientes. El campeón de Sevilla arrasó con un marcador de 41-134 en un preámbulo de lo que fue su dominio en todo el torneo: vencieron la final al Jaén, verdugo del Unicaja de primer año, por 94-75 y, menos en ese, anotaron más de 100 puntos en todos sus encuentros.

En Carranque me encontré por primera vez con Juan Lasso. El canario trabajaba entonces con la agencia que acababa de traer a España un espigado letón: Kristaps Porzingis. «Este va a llegar lejos», recuerdo que me decía de aquel tallo lechoso de una delgadez casi extrema. Apenas llevaba unos días en el país tras ser reclutado por el ojeador Salva Méndez y se notaba que no estaba adaptado aún al equipo. Hablaba poco con sus compañeros y en la pista iba algo por libre. Llamaba la atención su aspecto, con el mismo pelo ‘marine’ que calza ahora y una estatura (unos 2.04) y una envergadura tremendas que convertían en pitufines a todos los que se le cruzaban. Pese a poder dominar cerca del aro, Porzingis se veía más cómodo tirando de tres, intentando jugar de cara al aro y disponía de una visión de juego bastante eminente en una plantilla donde destacaban Guillermo Corrales, Adrián Carrión y Carlos García. Era un jugador coordinado pese a la fragilidad de su imagen y de pariencia tímida. Juan me comentó que una anemia castigaba su filamentosa estructura y ese hándicap no le permitía aumentar sus minutos en la rotación. Pocas semanas después, en el consiguiente campeonato de España, pese a persistir con el problema, fue el sexto mejor valorado de la competición celebrada en Zaragoza.

Porzingis, con el Cajasol cadete, en la temporada 2010/11 en el Cº andaluz
Porzingis, con el Cajasol cadete, en la temporada 2010/11 en el Cº andaluz

Cuatro años después, Porzingis ha sido elegido en el cuarto puesto del ‘draft’ por los Knicks, un ‘premio’ que quizá ninguno que estábamos en Carranque podríamos pronosticar. La elección ha sorprendido en Estados Unidos por ‘desconocer’ a un jugador que no ha dominado en Europa y sobre el que recaen comparaciones odiosas de otros ‘pick’ internacionales malogrados, pese a sus indudables condiciones atléticas y su enorme rango de mejora. Sólo el tiempo y la paciencia, habitos poco consumidos en la Gran Manzana, confirmarán o no el acierto en la elección.

Revisando hoy los nombres de los jóvenes estrellas que relucieron en ese torneo nacional, sólo encontramos algunos que hayan debutado casi de forma residual en la ACB (Alberto Martín, Alberto Abalde, Agustí Sans, Ander Martínez, Ilimane Diop, Mohamed Barro y Joaquín Martín Portugués…), otros que siguen luchando en categorías LEB, emigrado a la NCAA y bastantes que han desaparecido del primer plano. Esto habla de lo complicado del recorrido de ascenso hacia la élite y de que quizá no es oro todo lo que reluce en las categorías formativas.

Pero también habla muy bien de cómo ha afrontado el trayecto Porzingis y su entorno y cómo se le ha cuidado desde el CB Sevilla, marcando los pasos con cautela en un club que ha metido a tres jugadores en el último draft (Willy Hernangomez y Nikola Radicevic). Y creo que ahí está el secreto del éxito: la apuesta que en Sevilla se ha hecho de la juventud. El fichaje de elementos con proyección que se ha hecho en los últimos años en el club de San Pablo es un ejemplo a seguir en otras latitudes, pero también contando con entrenadores que mantienen esta filosofía (¿En cuántos NBA han saltado desde España está detrás la confianza de Aíto? Navarro, Gasol, Ricky, Rudy, Porzingis…), pese a los apuros deportivos y económicos, que ahora podrá paliar con el pago de la cláusula de salida que deberán desembolsar los Knicks. Quizá éste puede ser el mejor regalo que el letón pueda dejar a orilla del Guadalquivir y el agradecimiento a la confianza prestada: salvar al CB Sevilla de su desaparición.

Porzingis en la gala del draft 2015 en Nueva York
Porzingis en la gala del draft 2015 en Nueva York

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